Títeres de la nada, títeres a la turca

El Séptimo Festival Internacional del Títere reúne en Turquía una amalgama de propuestas, idiomas e historias rocambolescas.

¿Es posible crear viejecitas de pueblo a partir de botijos? ¿Quién dijo que las bolsas de plástico no podían transformarse en samuráis? ¿Quién imaginaba una sirena hecha a partir de pumita? ¿No es acaso satisfactorio crear demonios con cola blanca, periódicos y alambres?

Con dejar rienda suelta a la imaginación todo es posible. Imaginemos un festival de títeres. Por un momento, imaginemos que ocurre en la tercera ciudad de Turquía. Imaginemos también que existen vuelos directos y baratos desde cualquier parte del globo. Y por último, imaginemos que alguien está de casualidad en el país otomano y lo cuenta. Pues bien, el Séptimo Festival Internacional del Títere reunió en Esmirna una amalgama de propuestas, idiomas e historias rocambolescas. En total, 41 compañías de 23 países, con importante presencia latina.

A mediados de marzo, el grupo Teatro Ymedio comienza su idilio con la carretera. Kilómetro tras kilómetro para completar la homérica andanza de casi 5000… kilómetros. Echen cuentas y de paso un vistazo al mapa: de Andalucía hasta Turquía a golpe de rueda, conexión de aduanas y carreteras. Por si fuera poco, el material que utilizan es una caravana desplegable de tres metros de largo que funciona a modo de teatro portátil con una capacidad para quince personas. “Queríamos movernos en un radio cercano al pueblo y al final mira dónde estamos”, comenta Santos, uno de los integrantes del grupo. Destacan la influencia de la Barraca lorquiana, pero “en un ambiente intimista, porque en la calle se necesita mucha energía para mantener el hilo y la tensión”.

Desde Jaén hasta Turquía.
Desde Jaén hasta Turquía.

Comenzaron su aventura escénica como grupo teatral y después de actuar en países como Noruega, Alemania o Dinamarca, llegaron a Turquía con su espectáculo minimalista. A saber, dos botijos diminutos que se acaban convirtiendo en una señora mediterránea, manipulados por cuatro manos que trabajan con la coordinación de una pianista de jazz. Las mismas manos que consiguen que una bolsa plástica cobre dimensiones existencialistas en «La bolsa o la vida».

Botijos convertidos en viejecita mediterránea. Foto: César Otero Sánchez
Botijos convertidos en viejecita mediterránea.

El proceso de creación

A partir de las notas del aire, crear un personaje en el mundo de la marioneta es un proceso casi análogo al guion de cine. “Hacemos muchas pruebas con miles de objetos. Lo que se ve aquí es el resultado de muchas historias que se quedaron a medias”, comenta Álex.  “Normalmente, jugamos como los niños juegan y al final nos damos cuenta de que cada objeto tiene su propia voz, su propia personalidad”, cuenta Santos.

Y de eso sabe otro titiritero, Roberto White. Llegado desde Argentina y galardonado con varios premios internacionales, este argentino presentó al público turco “Criaturas Particulares”.  Quizás sea este el tratado de cómo convertir objetos cotidianos y casi aborrecibles en seres dotados de vida. Lleva más de una década puliendo su espectáculo “hasta dejarlo como una piedra preciosa”. El elenco de personajes incluye un payaso con cabeza de globo, guantes de cirujanos que se convierten en peces o bolsas de plástico que se tornan samurái de alto rango.

Pero… ¿cuál es la receta para ver una señora del siglo XVIII en una bolsa de supermercado?  “Todos los objetos provocan una nueva sensación a partir de la investigación misma”, afirma Roberto, “a raíz de la forma, se trabaja con espejos para tener la referencia directa con el público, luego se construye el títere en relación al mapa expresivo del personaje”. En los títeres corporales, lo más importante es la respiración y el ritmo, trasladados al muñeco. El resultado final es la imitación de la expresión de vida.

Una eminencia como el también argentino Javier Villafañe, fallecido en 1996, recordaba lo siguiente: “el títere nació cuando el hombre, el primer hombre, bajó la cabeza por primera vez, en el deslumbramiento del primer amanecer y vio a su sombra proyectarse en el suelo, cuando los ríos y las tierras no tenían nombre todavía. Y el día que modeló el primer muñeco tuvo que pensar en su sombra. Lo hizo a su semejanza, y nació el títere, sin vida propia, como la sombra del hombre, que necesita de él para moverse y vivir”. Un proceso semejante al que realiza Roberto con sus formas genuinas.

Bolsas de plástico que dan vida a una muñeca.
Bolsas de plástico que dan vida a una muñeca, con Roberto White.

Bien sabe Raimon de vida propia. Este catalán afincado en Granada, comenzó en las calles a modo de laboratorio y ahora presenta su espectáculo de marioneta con hilos. Muchísimos hilos a los que Raimon añade el más importante: el narrativo. El titiritero entabla un diálogo constante con su marioneta, a la que propone algunos retos y con maestría hace olvidar al propio maestro. Al contrario que muchos marionetistas, Raimon explica lo siguiente: “mi proceso creativo fue a partir de la construcción de la marioneta. Hice la cabeza con plastilina, el cuerpo con madera y luego añadí los elementos escénicos”. Y es entonces cuando el payaso salta a la lona convertido en un ente animado.

El último vuelo es desde las Antípodas. Anna Bailey viene de Nueva Zelanda, y su acento en inglés es tan exótico como su espectáculo. Lo suyo es la prueba y después de unos cuantos paseos por la playa, se dio cuenta de que era posible combinar los hilos con piedra pómez. “Estaba interesada en diferentes materiales y empecé a coger materiales de la playa, con la intención de reciclar y crear desde la nada”.  Así, en vez de pulir callos de los pulgares creó con las piedras una sirena que se enamora de un pescador, acompañado con ritmos marinos y agua. Los niños miran aletargados, llevados por el ritmo de las olas, de objetos que previamente no eran sino piezas inermes e ignoradas.

La sirenita de pumita
La sirenita de pumita.

La salud de los títeres

Acerca de la salud de este tipo de artes escénicas, el grupo Teatro Ymedio comenta que «en España, la salud en general está muy mal. Ten en cuenta que te estamos contestando en Turquía, si la salud en España fuera buena, estaríamos allí. El hambre agudiza el ingenio y el hecho de que no haya inversión, no significa que no haya creación».  Aún  España cuenta con festivales de renombre como el de Tolosa o el de Galicreques, pero el número ha descendido.

Por su parte, Raimon afirma que en otros países como Inglaterra, Alemania o Francia los títeres poseen un estatus correlativo al teatro. “En España, por ejemplo, se subvenciona más el teatro porque es popular. Mucha gente hace teatro. Sin embargo, las marionetas son consideradas como algo prescindible, para niños”. Nada más lejos de la realidad. Raimon presenta un espectáculo cuyo público no es precisamente infantil. Para enfatizar este hecho, Roberto White nos comenta que el germen del títere de guante son los poetas. “La letra, siempre viene de la letra y luego pasa al cuerpo”. Así, no es de extrañar que cada historia tenga un componente simbólico elevado. Entre reconocidos poetas-titiriteros encontramos al antes citado Roberto Villafañe, a Javier Espina o a Teuco Castilla.

Raimon moviendo hilos
Raimon moviendo hilos

Viejas, samuráis, sirenas… Un microcosmos dentro de otro. Y todo ello ocurrió en Turquía. Ahora agarre el objeto más próximo que vea. Mírelo con atención, déle vida, póngale un nombre, hágalo suyo, deje de acariciar la pantalla táctil, juegue con su compañero de trabajo (si tiene) o con algún amigo, con su familia, con sus hijos. Imagine que usted es el primer ser humano del mundo y que ahora está mirando su propia sombra. Entonces descubrirá que detrás de todo objeto hay un mundo de magia paralelo a lo que hace. Y todo ello con la fresca conciencia de poder hacerlo sin pagar un céntimo de lira turca.

Fotos: Ymedio Teatro/Fernando Cañadillas/César Otero Sánchez/Izmir Puppet Days