‘Sweet Home’: Terror, desahucios y go to hell

Ingrid García Johnsson en un fotgrama del filme.
Ingrid García Johnsson en un fotgrama del filme.

En la canadiense Home Sweet Home, de David Morlet, un joven matrimonio se veía confinado en su casa por un asesino deseoso de darles la gran noche de su sentenciada vida. Coincidencia o no, la Sweet Home -a secas- de la que hablamos ahora sitúa a sus protagonistas, unos enamorados de celebración romántica, intentando sobrevivir a un sicario de hacha afilada y arsenal desinfectante al que llaman “El liquidador”. Podría tratarse de un slasher de Carpenter y puede que de Craven, pero aún rodada en inglés y con visibles guiños a sus filmografías la firma viene de cuenta autóctona, la del novel Rafa Martínez, cigocitado en el género desde el cortometraje. Suyos son los populares Halloween before Christmas y Zombies and cigarettes, dirigido junto a Iñaki San Román.

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“Después de este último corto de duración larga decidí que era el momento de lanzarse a mi ópera prima. He tardado cinco años en sacar adelante el guión que escribí junto a Teresa de Rosendo y Ángel Agudo y tuve claro siempre que lo que buscaba era un producto español con un look muy internacional” señala Martínez. Países de América Latina y Oriente Medio ya han adquirido el filme.

Como escenario de su primera película, un edificio semiabandonado sin ascensor, ubicado en una localización parecida a Texas. Urbanita, fotogénico y muy transitado, el Ensanche de Barcelona ocupa el gran plano general de una historia nunca imaginada por cualquiera de sus viandantes. A excepción, por supuesto, de referencias recientes, lo que no responde a la casualidad. Filmax, la productora de Sweet Home y de tantos títulos del thriller y terror patrios, es culpable del éxito de la saga REC o Mientras duermes.

En común, el protagonismo del inmueble, la acción en el entorno cotidiano. Nada le parece más terrorífico a Rafa Martínez que “no sentirse seguro ni en el propio hogar” y cuenta haber obtenido la inspiración del bloque de pisos donde vive. Una vivienda vecina unifamiliar se transformó en cuestión de meses en seis apartamentos. Aquello le transmitió una “sensación perversa” y le hizo pensar en “la desprotección de las generaciones que ya no son operativas” y la reconstrucción del espacio para “una nueva generación que no tiene dinero, pero está entrando en la rueda”.

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La trama arranca de una situación más gore que la sangre prometida en el tráiler. El único habitante de un antiguo edificio es presionado por una inmobiliaria, que conocedora de la revalorización que tendrá el lugar cuando levanten la nueva construcción, decide mandar a unos profesionales para eliminar impedimentos. Quería fusionar realismo y miedo y por eso nos planteamos el mobbing inmobiliario como detonante, tan de actualidad en nuestro país” explica el director.

Con lo que no contarán los encachupados es con la presencia de dos casuales inquilinos. Alicia (Ingrid García Jonsson), la arquitecta del ayuntamiento que durante la mañana ha revisado la estructura del edificio, se queda por error con la llave del portal y empujada por su escasa economía y la de su novio Simon (Bruno Sevilla), decide sorprender a éste en su cumpleaños con una velada inolvidable entre esas viejas paredes.

“Lo que más me gustó del personaje es que fuera una persona corriente, incluso con su toque insoportable” cuenta García Jonsson. Bruno Sevilla asiente: “Simon no es un héroe, sino un tipo normal que se mudó de EEUU a España siguiendo a su novia, con preocupaciones laborales y problemas para pagar el alquiler. De repente unas circunstancias extremas le despiertan el instinto de supervivencia”.

A Sevilla no le incomoda interpretar a menudo personajes extranjeros. “Incluso en la nueva película de Mateo Gil hago de americano”. Confiesa que por su perfil le resulta más fácil encontrar trabajo fuera que en España y se mantiene a ambos lados del atlántico sin complejos. Viene de rodar Wild Oats con Demi Moore, Jessica Lange y Shirley McLaine y pronto estrenará Habitaciones separadas, la miniserie de TVE protagonizada por Adriana Ugarte.

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Su compañera, nominada a Mejor Actriz Revelación en los Goya de este año, no parece foránea, lo trae de fábrica. Sus raíces suecas transgreden un acento de marcaje sevillano y entre sus nuevos proyectos destaca la internacional Gernika, de Koldo Serra. Define a Alicia, su personaje en Sweet Home, como una “scream lady con más rabia que miedo” ante los acontecimientos, “no tan pasada o estereotipada” respecto a otros personajes de slasher. “La mayor dificultad fue hacer un trabajo técnico fino, pasar de la moderación al caos sin histrionismos. No tanto las escenas de acción. Solo tuve doble en un par. Me hinché a moratones” comenta espontánea.

Bruno Sevilla recuerda el rodaje con el sabor de boca intacto. “Los comparo todos con el de esta película. Fue una maravilla, aunque tuviéramos que rodar en un edificio de cinco plantas, algo estrecho, sin luz ni agua corriente y con los leones del Zoo colidante rugiendo sobre las ocho de la tarde con el consecuente parón de audio” ríe encantado. Anécdotas nos cuenta varias. La más espeluznante, que se encontraron una vivienda amueblada, abandonada tal cual, y una escalera llena de garrafas vacías que se aprovecharon en el atrezzo. A los desconocidos inquilinos de la casa fantasma debieron cortarles el grifo. “La crisis es el pan de cada día. Rafa ha tomado el tema de los desahucios y le ha dado una vuelta muy loca” apunta García Jonsson. A ambos les asustan más los seres de carne y hueso que los espíritus de ultratumba.