Siesta Inuit: “Escupir lo que uno lleva dentro siempre reconforta”

Siesta Inuit: “Escupir lo que uno lleva dentro siempre reconforta”
‘La consulta de Freud’ es el primer trabajo del nuevo proyecto musical de Nathanael Palacios, ex componente de La última merienda.

El final de La Última Merienda, el proyecto en el que Nathanael Palacios estuvo involucrado hasta 2005, no significó, en realidad, el final. A pesar de la sensación de saciedad que el toledano tenía entonces. A pesar de los diez años de silencio creativo que han pasado hasta ahora, cuando su necesidad de componer ha regresado para materializarse en un nuevo plan, Siesta Inuit, en el que Palacios se ha rodeado de Alberto Octavio (guitarra) y Miguel Palacios (batería), quienes ya le acompañaron en La Última Merienda, así como de Orlando Barco, al bajo. En su debut, La consulta de Freud, se han  codeado con grandes como Tito Dávila y Gonzalo Lasheras, y han buscado espacio para “el amor, el humor, la decepción, la muerte, la desidia y la indignación”; dejando siempre, eso sí, “un hueco para la esperanza”.

Los primeros conciertos de presentación llegarán entre finales de este año y principios del que viene. “Estamos empezando a concretar fechas que esperemos poder anunciar muy pronto. Hay muchas ganas”, explica a Nokton Magazine Palacios, cuyo nombre viene de un poemario, Natanael, de Josep Piera, que su madre leyó estando embarazada. “La hache ya se la puse yo”, añade.

Nokton Magazine: Brindaré con champán el día que vea cabezas rodar, cantas en el primer tema del disco, ‘Buscando la paz’. Tú no tienes miedo a la Ley Mordaza, ¿verdad?

Siesta Inuit: Es por todos conocido que la cultura molesta a los gobernantes, entendidos éstos en un sentido amplio. Y los gobernantes  dan casi más miedo que la ley en sí.  Una ley no puede coartar la libertad artística, aunque lo pretenda.  Lo único que puede conseguir es un efecto rebote (y que conste que el personal está muy rebotado) en el que el arte le gane la batalla a la tijera. En todo caso, para mi descargo, la canción es previa a la Ley Mordaza. Así que en virtud del principio de la irretroactividad de las leyes, reconocido por nuestra Constitución, creo que puedo respirar tranquilo.

NM: ¿Has encontrado la paz con este disco?

SI: Encontrarla no sé si la he encontrado, pero la verdad es que me he quedado muy a gusto. Tenía muchas ganas de volver a escribir canciones, y ahí está el resultado. Nosotros, al menos, estamos muy contentos. Escupir lo que uno lleva dentro es siempre reconfortante.

NM: ¿Cómo es que decides volver a grabar, diez años después de ‘La última merienda’?

SI: Terminada “la merienda” me quedé, musicalmente hablando, con el estómago lleno.  Y, por los motivos que fuesen, las canciones dejaron de fluir. Diez años después, la necesidad de componer surgió de nuevo, y ese es el momento en el que pido ayuda a Alberto Octavio, guitarrista de la banda, que le termina de dar forma a las canciones, y se ocupa de la grabación y de la mezcla.

NM: ¿Cómo crees que han cambiado las cosas en la música desde entonces?

SI: Sustancialmente, la música no ha cambiado nada. Sigue tratándose de una combinación de notas más o menos acertada.  Lo que sí que ha cambiado, y mucho, es la industria, que yo creo que no sabe por dónde anda. Con sus cosas buenas: grabar es más accesible,  la autogestión permite una mayor libertad… Y sus cosas malas: no se venden discos y tocar se antoja cada vez más complicado.

NM: ¿En qué consiste el proyecto Siesta Inuit? ¿Cómo a un castellano-manchego le dio por inspirarse en lo esquimal?

SI: Seguramente el calor seco que nos azota por estos lares tuvo algo que ver. No hay nada como una buena siesta al fresquito. En cuanto al proyecto Siesta Inuit, aunque de inicio surge como un proyecto personal, sí que tiene vocación de grupo, al que cada uno de sus componentes aporta su granito de arena.

Siesta Inuit: “Escupir lo que uno lleva dentro siempre reconforta”

NM: Cuéntanos cómo ha sido el proceso de grabación del álbum, en el que has contado con gente tan insigne como Tito Dávila y Gonzalo Lasheras… por cierto, respecto a éste último, se nota en algunas canciones el “sello Ferreiro”, o al menos de los últimos años de Piratas.

SI: Una vez maquetamos las canciones, entre Alberto y yo, entra en escena Miguel “Pande”, mi hermano, a la batería, y ahí comienza la grabación propiamente dicha. De las guitarras se encarga Alberto, y también del bajo, del que en directo se ocupará Orlando Barco.

Contar con Tito Dávila a los teclados ha sido todo un lujo para nuestras canciones. Tocamos a su puerta y nos recibió con los brazos abiertos. Y hay pocos teclistas tan experimentados como él. Él fue quien nos presentó a Gonzalo Lasheras, que se ha encargado de la masterización del disco, de darle esa última capa de barniz que necesitaba, trabajo del que hemos quedado más que satisfechos. En definitiva, ha sido un auténtico placer contar con gente tan experimentada, tan sabia y tan humilde.

Respecto al sello Ferreiro, es todo un halago. Lleva años enriqueciendo, con los Piratas y en solitario, el panorama musical de nuestro país. Y Gonzalo ha colaborado con él en más de una ocasión, además de ser su amigo. No sé…

NM: Has metido  trompetas y saxos, dos instrumentos que no son siempre tan fáciles de encontrar en esas galaxias del pop y el rock por las que te gusta moverte. ¿Qué te aporta su sonido?

SI: Creo que aportan brillo, color, fuerza, frescura y buen rollo. La lástima es que solo estén presentes en “No es difícil”, una de nuestras canciones. En próximos trabajos nos gustaría que tuviesen mayor presencia. Y, a ser posible, contando con los mismos músicos: Nacho Muñoz a la trompeta y Pedro Luis García “Pedrula” al saxo.

NM: ¿De dónde surge la idea de fotografiar a un tipo tan irreverente como Ignatius para la portada?

SI: Ignatius es amigo de la familia y, aunque es de Canarias, con una capucha era lo más parecido a un inuit que pudimos encontrar. Y bueno, sobre todo, porque nos encanta su humor.

NM: ¿Qué importancia le das, precisamente, al humor y la irreverencia en tu música?

SI: Si bien el humor no tiene una presencia directa en nuestra música, tal vez se aprecia, en las letras, a través de algún juego de palabras, de los que soy fan declarado. La irreverencia es, por otro lado, necesaria para demostrar que uno no debe rendir pleitesía más que a sus propias convicciones. Y desde ese punto de vista puede tener un espacio en la temática de alguna de las canciones.

Fotos: Cortesía de Nathanael Palacios

Puedes seguir a Siesta Inuit en Spotify y en BandCamp.