Retratos de cine: Jonás Trueba, Director. Especial Cinespaña 2013

Los Ilusos es una película sobre el deseo de hacer cine, o sobre lo que hacen algunos cineastas cuando no lo hacen.

Jonás TruebaCuando logré ver a Jonas Trueba (director) para entrevistarle fue poco antes de que tomara un vuelo de regreso a Madrid y ese fue el único momento para hablar con él y que nos contara sus impresiones, desde la concepción y realización de Los Ilusos (Violeta de Oro en Cinespaña 2013) hasta sus líneas de pensamiento y sus mayores influencias. Llegué al Bar des artistes en Toulouse, donde estaba gran parte del equipo de Los Ilusos, sin haber podido ver entera la película. Confesión previa hecha, Jonás, sorprendentemente, me contestó de la manera más espontánea y natural: “Es una película en la que no pasa nada si ves sólo un fragmento. Es verdad… Yo, de hecho, cuando entra la gente y la película está empezada, digo: No pasa nada. Nada de lo que pasa a continuación influye en lo que sigue». Jonás cautiva y fascina por su talento e inteligencia.

Nokton Magazine: ¿Cuál es el punto de partida para hacer una película dentro de la película?

Jonás Trueba: El punto de partida, más que hacer una película del cine dentro del cine es hacer una película juntando una serie de elementos que para mí son fundamentales: que son los amigos, una serie de amigos que son, en este caso, actores, también técnicos, y a veces las dos cosas, y una necesidad de seguir trabajando en mi ciudad, en espacios cercanos y pequeños de mi ciudad, cerca de donde yo vivo, en mi barrio, Lavapiés. Sobre todo, surge de la necesidad de filmar básicamente, o algo así, no porque quisiera contar una historia determinada, sino por la pura necesidad de filmar y filmar con una sensación de libertad más grande de la que había sentido anteriormente con Todas las canciones hablan de mí, por ejemplo, dónde tenía un guión ajustado, un presupuesto, una producción más convencional. Aquí lo que buscábamos es una especie de nueva libertad que conquistábamos a base de renunciar a muchas cosas. Renunciar a un presupuesto grande, renunciar a un productor, una distribución, pero también ganar el lujo de poder trabajar con los amigos que tú quieres, cuando quieres, como quieres, sin depender de nadie y sin una meta determinada. Es decir, que ni siquiera aspirábamos a terminar la película ni teníamos claro que estábamos haciendo una película. Yo decía: “Ya veremos si luego esto se termina y es un montaje coherente en 90 minutos”. Ni siquiera eso estaba claro.

Fotograma Los Ilusos
Fotograma Los Ilusos.

N.M.: ¿También es una película muy experimental?

J.T.: Sí, sí, totalmente, de hecho es más que experimental, es algo muy orgánico y muy físico. Yo no diría que es una película experimental, diría que es una película muy sencilla por un lado… claro, es que ponemos esos adjetivos de ‘experimental’ cuando nos salimos de los cauces narrativos convencionales. Que es verdad que la película evita esos cauces, que la película se encauza, encuentra su historia que al principio no tiene. Al principio es más un tanteo, una búsqueda de posibilidades que unas que se dan y otras no. Una película hecha desde el placer para el placer, un auténtico lujo para nosotros. No me canso de decir esto del “lujo” porque es verdad, aunque sea una película que no tiene especialmente dinero ni presupuesto, ni nada de esto.

 N.M.: Me contaba hoy Fernando Franco (Director de La Herida), con mucha admiración, que habías sido muy valiente al haber autofinanciado tu propia película, el ha tardado cinco años en hacerla. ¿Cómo lo has conseguido?

J.T.: La película la he pagado yo de mi bolsillo y un amigo. Fuimos tirando con unos pocos ahorros que teníamos, hasta que se nos acabó el dinero, íbamos rodando… también teníamos una vieja cámara de un tío mío y latas sobrantes de un amigo, Javier Rebollo, que ganó aquí el año pasado la Violeta de oro con El muerto y ser feliz, sobró material y nos lo regaló. Básicamente, el costo de la película han sido los revelados, ciertos procesos inevitables que tienen un coste más o menos bajo. Se ha hecho a lo largo de 7 meses, en 24 medias jornadas de rodaje, lo que, en realidad, es muy poco, es lo que en una película normal serían 2 o 3 semanas, íbamos huyendo de eso. Lo sé por amigos, lo sé por mi propia experiencia, que, a veces, levantar un proyecto te puede llevar dos, tres, cuatro, cinco años, y a veces ni siquiera lo consigues. No me apetecía nada pasar por ese rodillo burocrático, por esa cantidad de peleas, de frustraciones que yo sé que tiene siempre el cine, que entiendo que voy a tener que volver a vivir esas peleas y esas frustraciones. No digo que esto que he hecho ahora sea mi modelo y que ya sólo voy a hacer películas así. Pero que en este momento de mi vida me apetecía hacer una película de este tipo.

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N.M.: El título tiene algo de ironía dulce…

J.T.: Sí.

N.M.: ¿Porqué la elección del blanco y negro, es sólo por estética?

J.T.: La elección ha sido por una cuestión práctica porque el blanco y negro facilita mucho rodar cuando no tienes dinero, homogeneiza mucho las cosas. Es decir, que la misma película que has visto, si fuera en color, no funcionaría. No teníamos dinero para intervenir, y el color requiere una técnica y una perfección mayor. Requiere que tengas que intervenir en espacios, que los colores casen, tienes que tener una paleta cromática cuando las cosas se trabajan bien. (…) Y también a la hora de iluminar, la luz; el color requiere más iluminación, el blanco y negro tiene algo más simple, más honesto, más primario que ayuda mucho cuando estás en condiciones. El blanco y negro no es una decisión esteticista, estética, sino que es una decisión, primero, práctica. Evidentemente impone a la película una estética muy fuerte. Hemos intentado aprovecharnos y jugar al blanco y negro de la mejor manera posible. La fotografía es de Santiago Racaj,que es un genio para mí. Pero fíjate que es una película hecha entera sin iluminación, es todo luz natural y prácticamente apoyándose en elementos naturales. En una bombilla real… en cositas muy puntuales, es una luz muy minimalista pero con un carácter, una personalidad muy fuerte.

N.M.: ¿Tienes influencias, fuentes de admiración que te guían a lo largo de tu recorrido?

J.T. Sí. Quizás hay algún cineasta por ahí que pueda presumir de no tener influencias, ni referentes, ni otros cineastas que les hayan inspirado. En mi caso, no. Soy cinéfilo antes que cineasta, antes que director de cine soy espectador y me gusta todo el cine.  Tengo una relación con el cine que intento que sea lo más amplia posible. Me gustan muchos tipos de cine. Así que es difícil contestarte a “¿Qué es realmente lo que a mí me gusta del cine?” porque me gustan cosas muy diferentes. Puedo disfrutar muchísimo con una película como Promoción fantasma que está aquí en el Festival y está Aura Garrido en ella. Es una comedia de género, descacharrante, paródica, que me encanta. Y soy un absoluto admirador de Javier Rebollo en El muerto y ser feliz o de La Herida de Fernando Franco, que es una gran película también, o de Mapa de Leon SiminianiEn este momento hay muchísimas películas españolas que me gustan, como espectador, por primera vez y que están en este Festival. En esta película sobretodo hay muchas influencias literarias y musicales. Por ejemplo, el trabajo de Abel Hernández: hay un concierto, un interludio musical en la película. Esa canción es el corazón de la cinta. Es muy importante para mí, no sólo por el papel que cumple en la película sino  antes de empezar casi a trabajar; antes de nada estaba esa canción y esa canción es una fuente de inspiración total para mí. Igual que los textos que salen de Chusé Izuel que es un escritor aragonés que murió, que se citan ahí. De esos textos, de Chusé, la película bebe mucho también. Hay influencias que a veces no son tan cinéfilas como parecen.

Francesco Carril
Francesco Carril.

 N.M. : He oído decir que estáis haciendo todo un tour con Los Ilusos, como si fuerais una banda de rock.

J.T: Sí. Ojalá, era un poco la idea. Hemos intentado copiar algo del modelo de los músicos o del teatro del concepto del bolo. El concepto, o la explotación habitual del cine que es: la coge una distribuidora, la explota y, normalmente, si no tienes mucho dinero y no eres una película comercial en una semana esa explotación se muere, ha caducado, termina ahí. Un poco para no caer en eso, hemos decidido ser más humildes y  aspirar a un poco a menos, para, de esta forma, darle a la película una vida más dilatada. Vamos a ir de ciudad en ciudad allí donde quieran programarla, la proyectamos  y vamos como si fuera un concierto de un día o un fin de semana un bolo de teatro. También economizamos los recursos, tenemos una copia que la vamos moviendo de sitio a sitio. La película empezó a moverse en abril, empezamos en Madrid y hemos hecho Madrid, Barcelona, San Sebastián, Bilbao, Logroño, Avilés, Palma de Mallorca, Valencia…Nos quedan varias ciudades. Es bonito porque vamos allí, vemos la película, charlamos con la gente y nos volvemos. (…) No nos parece una prolongación natural de lo que había sido el proceso de producción de la película. Nos parecía raro ponerlo en manos de un distribuidor cuando no habíamos tenido productor. Queríamos mantener el poder de la película y seguir siendo responsables de ella hasta el último momento. Poder ofrecerla a los espectadores, a la gente interesada de una manera más cercana y sin intermediarios. Recuperar cierta humanidad. (…) Es un proceso coherente. Lo bueno de esta película es que hemos intentado ser coherentes de principio a fin.

N.M.: ¿Si pudieras pedirle tres deseos al cine, cuáles serían?

Que sea amplio, representativo y plural. Es decir que pueda ser disfrutado por todos los espectadores y que sea cada vez más accesible a la gente y que podamos ver películas españolas, o filipinas o checas o francesas o americanas en igualdad de condiciones. Es un deseo bastante complicado que se realice, pero ese sería el gran primer deseo: que todas las películas nacieran y fuesen iguales de alguna manera. 

Fotograma Los ilusos
Fotograma Los ilusos.

El segundo gran deseo sería una educación para el cine en España. Es decir, que el cine de verdad se empezara a tomar en serio por una vez. Que no sólo se mirase como industria o con prejuicio, que se pensase también cómo herramienta de conocimiento. Sobre todo en una época cómo ésta puramente audiovisual; que generásemos y formásemos a mejores espectadores. Es la única manera de que ciertas películas tengan de verdad posibilidades. Es como todo, en pintura no puedes apreciar bien un cuadro de Velázquez o de un pintor moderno si nos has visto antes muchas cosas. Con el cine se da por hecho que cualquiera sabe/entiende de cine y no es exactamente así. Creo que sería importante que nos enseñasen a leer las imágenes, a saber descifrarlas, a entender ese lenguaje. (…) Y bueno ahí en realidad creo que he pedido tres.

 

Cartel de la película
Cartel de la película

REPARTO
León FRANCESCO CARRIL, Sofía AURA GARRIDO, Marina MIKELE URROZ, Bruno VITO SANZ, Lilian ISABELLE STOFFEL, Perucho LUIS MIGUEL MADRID
EQUIPO TÉCNICO
Dirección JONÁS TRUEBA, Producción JAVIER LAFUENTE, Montaje MARTA VELASCO, Fotografía SANTIAGO RACAJ, Arte MIGUEL ÁNGEL REBOLLO, Sonido VÍCTOR PUERTAS, EDUARDO G. CASTRO, Vestuario LAURA RENAU.
 Para más información: página web

Fotos: Manel Aguado Coll