El Paticano: culto al pato de goma, dios de los imperfectos

Acudimos a la sede de la Iglesia Patólica en Lavapiés para empaparnos de la espiritualidad satírica de Leo Bassi.

Domingo soleado en Madrid. Pasan 45 minutos del mediodía. Calle Travesía de la Primavera. Un grupo de gente hace cola ante dos puertas rojas. Encima de ellas se puede leer en enormes letras la palabra`Paticano´acompañada de la expresión latina «Ubi Dubium Ibi libertas» (donde hay duda hay libertad). ¡Estamos ante una capilla en la que se celebra La Gran Misa Patólica! De pronto, una de las puertas se abre. Un hombre sale y comenta a los que esperan: “estamos preparando la misa”. Es Leo Bassi. El cómico italiano, el provocador, el bufón. Los allí presentes son su fieles. Algunos acuden por primera vez, otros son ya seguidores acérrimos. “Nosotras hemos reservado sitio”, le informa una veterana señora mientras le espeta dos besos antes de que este vuelva a desaparecer en el interior del templo.

La Iglesia Patólica la fundó Bassi en diciembre del 2012 y desde aquel entonces sigue expandiendo su doctrina desde su sede, el Paticano, en Lavapiés. Sus misas de cariz cáustico, tal y como explican en su web, van más allá de un show teatral. Constituyen un verdadero momento de reunión en donde la comicidad y la crítica se aúnan. Pero, ¿qué doctrina siguen? ¿a qué Dios veneran allí? En Nokton Magazine nos picó la curiosidad y decidimos acudir a una de estas particulares ceremonias. En concreto a la número 166.

Leo Bassi ante sus fieles.

Custodiando la puerta, en lo más alto, nos da la bienvenida un enorme pato de goma que luce una aureola, mientras a su alrededor revolotean cabezas de angelitos con clownesca nariz colorada. A la una en punto, Bassi vuelve a salir por una de las puertas ataviado ya con una vestimenta esperpéntica, un híbrido entre el hábito de un sumo pontífice y los trajes de los personajes de la Commedia dell’Arte italiana. En la calle, ante el asombro de los que por casualidad pasan por allí, nos explica la liturgia y nos invita a entrar. Descubrimos un espacio pequeñito, decorado de forma recargada con “cosas que han ido encontrando en las calles de Lavapiés. Es basura convertida en espiritualidad”, afirma el artista. Cada detalle es grotesco y absurdo: muebles antiguos, más ángeles con nariz de payasos, patos de goma luminosos, etc.

¨Señoras, señores, el Papa Patólico va a hacer su entrada”. Una vez acomodados, un simpático botones, que cumple las funciones a la vez de técnico de sonido, da la bienvenida al pintoresco oficiante. Subido al púlpito, tras bendecirnos con una escobilla de wáter, se santigua: “en el nombre del pato, del huevo y del espíritu ganso”. «El pato de goma como símbolo de la inocencia, el huevo de la fragilidad y el ganso del espíritu lúdico». Posteriormente, empieza su sermón dejando bien claro que estamos en “un lugar de ateos” en el que se busca “gente con espíritu crítico”. Aquí no hay cabida para dioses perfectos, por eso se adora al pato de goma, un ser imperfecto “como los payasos… esta también es la capilla de los payasos”, comenta Bassi señalándonos un pequeño altar erigido en honor al gran payaso ruso ya fallecido Oleg Popov, en el que destaca una bufanda roja del propio Popov cedida por su viuda.

Altar en honor al gran payaso ruso Oleg Popov.

 

Figura decorativa de El Paticano.

Como en cada misa Bassi aprovecha para acercar a los allí congregados a una figura histórica relevante. La elección del personaje en cuestión es aleatoria, pero siempre es gente implicada socialmente. La elegida esta vez es Rosa Parks, la activista por los derechos civiles en EEUU. También, no deja de comentar, con ironía y algo de mala leche, algún hecho de actualidad que le parece injusto y fuera de lugar.

La misa acaba con tres “cuacks” gritados al unísono. Todavía desde el púlpito, Bassi nos recuerda que esta iglesia no recibe “dinero del Estado” y pasa el cepillo por si queremos colaborar para que el templo siga en pie. Templo que, al igual que todo lo relacionado con sus shows, no se libra de polémica. El cómico nos cuenta que el pasado agosto provocaron un incendio y, hace poco, intentaron forzar la puerta de entrada. Él ya está acostumbrado, siempre ha generado revuelo, incluso fue víctima en el 2006 de un intento de atentado en el teatro Alfil por su obra La Revelación, que calificó de “homenaje al laicismo”. Este gran provocador parece no acobardarse ante aquellos que ven en el humor una amenaza y seguirá, como siempre, dando guerra. Como dirían sus súbditos, ¡larga vida al pato de goma!

Si queréis acudir a una de las Grandes Misas Patólicas no dudéis en consultar horarios y fechas aquí. ¡Incluso podéis casaros mediante el rito patólico! (en pareja, en grupo, en solitario, con vuestra mascota, etc.).