Mitos (nuestros) del pop

Los objetos e imágenes que nosotros habríamos incluido en nuestra propia exposición de arte pop, desde el Cola Cao a Valerio Lazarov.

 

El pop es el peinado de los Beatles. El pop son las orejas de Mickey Mouse en la cabeza de un turista que visita Disneyworld; un ramillete de flores multiplicado por Andy Warhol;  la intimidad inexistente de la mujer a la que Roy Lichtenstein dibujó en la bañera. El pop es el rostro del Che Guevara, décadas después de su muerte en Bolivia, impreso en millones de camisetas de Fruit of The Loom. Después del pop, casi cualquier cosa se volvió susceptible de convertirse en arte, pero el arte adquirió también esa vulnerabilidad de poder convertirse en un objeto.

La cultura popular siempre ha tenido aspiraciones planetarias, lo que no quiere decir que carezca de alcance local. En Nokton Magazine hemos querido aprovechar el éxito de la muestra Mitos del Pop, que el Museo Thyssen-Bornesmiza de la capital acogerá hasta el 14 de septiembre, para elegir otros objetos que incluiría la exposición si versara sobre nuestros recuerdos más castizos y cercanos: ¿qué tal una pastilla de jabón Lagarto en vez de Brillo? ¿Y una foto de Adolfo Suárez como digno sustituto de Kennedy en belleza presidencial? He aquí nuestros mitos del pop.

La pastilla de jabón Lagarto

Mitos (nuestros) del PopMadres y abuelas se vanaglorian no solo de usar este detergente para sus prendas durante años, sino de lavarse con él en un barreño cuando no existía otra opción. Poseedor de ese inconfundible y honrado aroma a limpio de la gente digna, este jabón presume de ser, al mismo tiempo, amigo del medioambiente y amoroso con los tejidos. Su logotipo, diseñado en 1924 por el artista gráfico Pedro Antequera Azpiri (1892-1975) es uno de los emblemas de la publicidad española.

La canción del Cola Cao

httpv://www.youtube.com/watch?v=sR-JRAVG4a8

Pocas cosas hay tan pop como la canción que cultivando cantaba aquel negrito del África tropical, y que ha pasado, racismo y colonialismo aparte, por generaciones y generaciones de españoles, primero a través de la radio y, a partir de 1962, con la llegada de la televisión a España, también de la pequeña pantalla. Dicen que su bote rojigualdo es una de las cosas que más echan en falta los españoles por el mundo desplazados a países donde solo existe el Nesquick.

Un Chupa-chups

Mitos (nuestros) del Pop

Parece que nos guste inventar cosas con palos. Como la fregona, y como estos adictivos caramelos, creados por Enric Bernat en 1958, que dejaron de ser patrios en 2006 tras ser adquiridos por el grupo italiano Perfetti Van Melle, aunque traspasaron nuestras fronteras décadas antes. A Bernat se le ocurrió la idea de un caramelo con palo tras constatar que la mayoría de los niños se comían los dulces con la mano, pero lo cierto es que los chupachús han adquirido otros tintes a lo largo de su historia: desde el de complemento perfecto para cualquier lolita hasta el de amuleto para la concentración de los ex fumadores, que Johan Cruyff explotó al máximo en sus tiempos como entrenador del Barça. El autor de su florido y colorista logo no es otro que Salvador Dalí.

Un videoclip de Valerio Lázarov

httpv://www.youtube.com/watch?v=uwLE7yOnJWM

La modernidad llegó a España desde Rumanía. Tras esquivar las dificultades con las que el régimen de Ceaucescu trataba de impedir que los rumanos atravesaran la frontera, Valerio Lazarov aterrizó en España en 1968, cuando llegó reclamado por la dirección de Televisión Española, muy interesada en el trabajo de aquel joven realizador vanguardista. Lazarov llenó las pantallas de los españoles de zooms y barridos hasta entonces nunca vistos, y se grabó para siempre, no sin cierto mareo, en la retina de varias generaciones gracias a sus espacios musicales, sus especiales de Nochevieja y, cómo no, el “interracial” y súper happy Ballet Zoom.

httpv://www.youtube.com/watch?v=0nqCx3Zlvmc

Un tebeo de Ibáñez

Mitos (nuestros) del PopMortadelo y Filemón, El botones Sacarino, Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio, los vecinos de 13, Rue del Percebe… Todos ellos españoles medios, convertidos en héroes y antihéroes de viñeta por un solo hombre, Francisco Ibáñez, autor de un humor absurdo y explosivo, en el que fue pionero, en nuestro país, en uno de los soportes por excelencia de la cultura pop, el cómic, y que aún hoy seguimos reconociendo en los personajes de las comedias y series españolas más taquilleras.

Una película de Marisol

httpv://www.youtube.com/watch?v=dSxFWCXNnwE

De folclórica niña prodigio a hermosa hippie desnuda en la portada de Interviú, Marisol-Pepa Flores fue como una pequeña España que despertó y creció a pasos agigantados. En realidad, Britney Spears y Miley Cyrus lo hicieron muchos después que ella; Flores fue una pionera en la rebelión de las estrellas infantiles contra su destino y reclamó, entre otras cosas, una sexualidad que, dicen, le fue negada cuando todavía era Marisol, con barrabasadas como vendas que le apretaban el pecho, para que la máquina de hacer dinero no se acabara nunca. Ella simbolizó como nadie, primero, lo que nos obligaban a ser –la gracia, el arte, la eterna sonrisa, el trabajo sacrificado- y después, ya como una Pepa Flores alérgica a los medios, lo que de verdad nos apetecía.

Un retrato de Adolfo Suárez

Mitos (nuestros) del Pop“Sí, bueno, hasta ahora”, se despedía, la semana pasada, un apurado Mariano Rajoy de los periodistas que le preguntaban en los pasillos del Congreso por el último fraude empresarial, Gowex. Segundos antes, el presidente había estado charlando animadamente con la prensa sobre fútbol. Qué lejos queda eso de aquel «Puedo prometer y prometo».

Su figura política está rodeada casi de tanta discusión y contradicción como la que generan las décadas de nuestra historia en las que estuvo involucrado. Pero de lo que no hay duda es de que Adolfo Suárez y su equipo marcaron un punto de inflexión en la comunicación política en España. Y no solo porque fuera el primer presidente al que algunas españolas y españoles votaron por guapo, sino porque hasta entonces (y quizá todavía) ningún gobierno se había preocupado tanto de su imagen en los medios y de la claridad y la calidad de sus discursos; en resumen, de que los ciudadanos comprendieran el mensaje que se les quería hacer llegar o, al menos, de que obtuvieran un mensaje. Con una TVE diseñada para enseñar a los españolitos qué era eso de la democracia bajo el brazo, Suárez acercó la comunicación política a la cultura popular.

httpv://www.youtube.com/watch?v=-y3yPJ6qIgk

Una camiseta de Naranjito

Mitos (nuestros) del Pop

Cuando los publicistas María Dolores Salto y José María Martín Pacheco se enfrentaron al reto de diseñar una mascota oficial para el Mundial de Fútbol de España en 1982, tenían muy clara una idea: no querían ni toros ni panderetas. La naranja, esa fruta que crece al sol en las regiones de Levante, les pareció una alternativa adecuada, pero el regordete y sonrosado Naranjito, con su balón en la mano y ese rumboso brazo en la cadera, fue recibido con críticas amargas al principio, para terminar siendo aceptado, décadas después, como un recuerdo entrañable. Un cambio de opinión casi tan español como los cultivos de cítricos.

Una escena de Almodóvar

Mitos (nuestros) del Pop
Un fotograma de ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’.

Si Valerio Lazarov nos trajo la modernidad visual, Pedro Almódovar fue estandarte de la posmodernidad española. Más allá de los debates sobre si su cine representa el temperamento nacional con tanta fidelidad como les gusta creer a los intelectuales neoyorquinos o parisinos, está claro que, con la inestimable ayuda de artistas como Óscar Mariné o Juan Gatti, que han diseñado algunos de sus carteles más emblemáticos, el director manchego ha creado una corriente estética, un pastiche pop made in Spain que a nadie le cuesta reconocer en salones de peluquería, mujeres con bisutería o patios de vecinos de nuestras ciudades. ¿Quién no ha dicho nunca eso de “parece de una película de Almodóvar”?

httpv://www.youtube.com/watch?v=Q31VFLBkmSs

Mitos del Pop podrá visitarse hasta el próximo 14 de septiembre en el Museo Thyssen de Madrid. Las entradas cuestan 11 euros, aunque existen descuentos (7 euros) para jubilados, estudiantes y titulares de carnet joven, entre otros.

Fotos: Gonmi (cc) / Erik Streb (cc) / goatxa (cc) /  Pedro Fernández Photo (cc) / Cebolledo (cc) /Jeanne Menjoulet & Cie (cc) / surfistaseco (cc) / Wildebeast1 (cc)