Un lugar recóndito y escondido: Isla de San Simón y Festival Sinsal

Un barco partiendo hacia Vigo después de una jornada en el Sinsal.
Un barco partiendo hacia Vigo después de una jornada en el Sinsal.
Un lugar rehabilitado que consigue que durante tres días disfrutemos de San Simón y el Festival Sinsal.

El Festival Sinsal no solo va de música escondida, sino que nos desvela el paisaje en una isla, su historia, un barco y muchas puestas de sol. El premio a Mejor Festival de pequeño formato en 2015 ya hacía aventurar lo que viviríamos este año. Con un cartel secreto, el Sinsal hace vivir una experiencia inolvidable, su enclave es su mejor misterio. El acceso en barco hace que la llegada a la isla de San Simón (comunicada por un puente con la de San Antón), también sea especial. Estos tres días hemos aprendido mucho:

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Historia para no olvidar el pasado

Rehabilitar un espacio como éste era algo imprescindible, pero no llegó hasta el año 1999, cuando lo declararon Bien de interés cultural, comenzando así la reconstrucción para conseguir un entorno en armonía entre la naturaleza y los edificios existentes. Esta isla estuvo habitada por templarios y franciscanos, fue saqueada por piratas ingleses, años después se usó como leprosía y lazareto. En la Guerra Civil se habilitó como cárcel y campo de concentración franquista y, posteriormente, hasta 1963, fue usada como orfanato. Más tarde quedó abandonada pero, con su rehabilitación, se nombró como centro de recuperación de la memoria histórica y foco de actividades culturales.

Cata cervezera y comida

Además de disfrutar del entorno, en el Sinsal puedes comer cocina casera made in Galicia, como pulpo, croquetas, pizzas hechas en el momento, cocina vegana, arroces, crepes o hamburguesas. No se parece en nada a otros festivales, porque ¿dónde te van a ofrecer una tapa de pulpo a buen precio?

Además, los grifos cerveceros ofrecen variedad dentro de las cervezas de Estrella Galicia. Pero, en la barra de los zumos y cócteles hay que hacer parada obligatoria. Y por si todo esto fuera poco, la cata cervecera explicada a través de la música que organizan en uno de los edificios de la isla es una oportunidad para conocer palabras como lúpulo, cebada o levadura y, por qué no, degustar cervezas.

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El vaso del festival durante la jornada del sábado 23.

Los directos

Hasta la llegada en barco a la isla, el cartel es ultra-secreto, por lo que una vez ahí, es muy fácil que te sorprenda. Con carteles de años anterior entre los que estaban Mikal Cronin, Alt J o Maika Makowski, este año se han subido a los escenarios de las islas, desde El Guincho a los franceses We Are Match (calificados como los nuevos Alt J o Glass Animals), pasando por Extraperlo, la argentina Juana Molinala electónica más bailable de Dan Deacon, los gallegos Malándromeda levantando la hora de la siesta y pidiendo Gintonics, Joan Miquel Oliver inaugurando la jornada del domingo, y los diez brasileños componentes de Bixiga 70, haciendo una conga con todos los asistentes a su concierto.

Juana Molina tocando en San Antón.
Juana Molina tocando en San Antón.

Escondidos

Hablando de música, el cartel del festival nos sigue sorprendiendo, porque en la programación hay conciertos que no aparecen, son los llamados ‘músicas escondidas’ y están en determinados puntos de la isla que son poco transitados. Así pudimos descubrir el folk de Best Boycon coristas y apagón incluido, o a Nicolás Pastoriza a quién acompañaron los hermanos Iván y Amaro Ferreiro.

Best Boy en las 'músicas escondidas'.
Best Boy en las ‘músicas escondidas’.