El fútbol se tiñe de violencia injustificada

Como si de una película de Clint Eastwood se tratase. Así vivió Manolo Jiménez, técnico español del AEK de Atenas, lo sucedido el pasado domingo entre el PAOK de Salónica y el AEK de Atenas. El dueño del PAOK saltó al campo para resolver como en el antiguo Oeste, en esos ‘films’ que Eastwood protagonizaba, a punta de pistola, una acción comprometida para sus intereses dentro del área. Con razón, el fútbol queda suspendido en Grecia hasta nueva orden. 

Desgraciadamente, no es el único acto injustificado que se viene produciendo en las últimas fechas. Días atrás, las imágenes de los ultras del PSG en la Champions League dieron la vuelta al mundo como ocurriese también con las de los del Spartak Moscú en su visita a Bilbao, cobrándose su violencia la vida de un ‘ertzaina’ inocente. Tampoco ha de quedar en el olvido el lanzamiento de bengalas de los aficionados del Zenit San Petersburgo en el choque que les enfrentaba a la Real Sociedad en el marco de la Europa League. No pasó a mayores, pero en las caras de los seguidores ‘txuri-urdin’ se veía reflejada la tensión vivida por culpa de ese grupo reducido de energúmenos que se afana por convertir el fútbol en el pretexto para cometer todo tipo de fechorías. 

El Mundial: ejemplo de civismo

La espiral de violencia ha rebasado el límite, por lo que es hora de que los organismos competentes actúen. Lo ha hecho Grecia y su ejemplo deberían seguir en Francia o Rusia, al margen de la FIFA y la UEFA, porque es inconcebible que en la sociedad actual, que sea el propio PSG el que animase a sus ultras a calentar el choque ante el Real Madrid. No valen las excusas. Estas personas, que se disfrazan de ‘aficionados’, deberían tener vetada la entrada de por vida a los recintos deportivos porque están consiguiendo que lo más importante, el deporte, quede en un segundo plano. Es un hecho que los eslóganes y anuncios contra el racismo y la violencia antes de cada partido no es están siendo tan efectivos como cabía esperar, por lo que toca tomar medidas disciplinarias más drásticas. Y si la solución es excluir de las competiciones europeas a los equipos a los que siguen por Europa, bienvenida sea. 

Estamos en año de Mundial y el balón debe de ser el único protagonista en Rusia, independientemente de quién gane la Copa del Mundo. Por ahora las apuestas en bet365 sitúan a Alemania y Brasil como las grandes candidatas a lograr el título, y en caso que estos pronósticos resultasen erróneos se debe poder garantizar la seguridad de los asistentes y deportistas. El mayor evento deportivo tiene que ser un ejemplo de civismo en su máxima expresión para poder desterrar para siempre estos capítulos que ocupan demasiadas portadas en los periódicos. Las autoridades rusas están avisadas porque, indistintamente de su nacionalidad, los hooligans no dudan en hacer públicas sus intenciones a través de los medios de comunicación o las redes sociales. De hecho, esta última vía ha servido para pactar peleas antes y después de un partido en el pasado.