Dime qué pájaro ves y te diré quién eres

Gaviota.
Cada pájaro esconde un identidad ya sea en literatura, cine o arte.

Acababa de cerrar un sorprendente libro, La verdad sobre el caso Harry Quebert, en el que las gaviotas servían para dibujar a un personaje oscuro y vacío. Un ave símbolo de la libertad y de la seguridad, que, de estar en tierr,a cambiaba aparentemente su uso. Días después veía cómo un grupo de estos pájaros perseguía por la playa a otro de su especie simplemente para robarle el pez que acababa de pescar, de forma muy vistosa. Definitivamente no parecían los seres más nobles. Puede que no pasaran por un buen momento.

Los pájaros, en su misticismo, perfilan identidades y cuentan historias por sí mismos; pone ‘vivieron felices y comieron perdices’ y tú lees: se casaron, tuvieron muchos hijos, y dieron largos paseos por los jardines de palacio. Más allá de la sana persecución de Silvestre a Piolín, los pájaros causan obsesiones y motivaciones. Parece así que una gran serie ha de contener, casi por obligación, referencias ornitológicas; quizás la más relevante se encuentra en los patos a los que adopta Tony Soprano, en su caso, una segunda familia de un animal que, según la tradición celta, es símbolo de honestidad. En Perdidos aves de presa, palomas o pájaros de invención propia como los Hy-bird sirven para representar el destino y la falta de libre albedrío.

Paloma de la Paz, Picasso
Paloma de la Paz, Picasso

La cultura en cualquier género cuenta con una constante representación de la interrelación entre los humanos y los animales. Esta antrozoología es notable en la presencia de perros y gatos en la pintura, pero también de pájaros. Un estudio de SEO/BirdLife contabiliza que 729 cuadros de El Museo del Prado (de los 8.000 que posee) contienen estos animales. Poniendo la atención en la obra de Picasso, puede verse su propia vida a través de las aves, ya que, cansado tras dibujar las patas a las palomas que pintaba su padre (cuando este había perdido algo de vista), decidió obviar en su obra esta parte del animal como muestra su conocida Paloma de la paz (usada para el cartel del Congreso Mundial por la Paz en 1949).

Si volvemos a la literatura, las aves son grandes protagonistas del verso, útiles en medida de su simbología. Basta nombrar El Cuervo de Poe, un ave que históricamente se ha presentado como antítesis de la paloma blanca, para contemplar los matices que un pájaro puede tener en la cultura popular. Ya que el cuervo en las primeras civilizaciones era una herramienta de adivinación que, tras los constantes fallos en sus predicciones, muta a un ente de carácter negativo desde la Edad Media.

Esa ambivalencia en la asociación de aves y personalidades suele atravesar un camino cargado de significado, si un pájaro es protagonista, o acompaña a un personaje, su valor muta a un constante de símbolos, de libertad o de temor, a leer entre líneas. Ya lo dijo Shakespeare en Hamlet: “Hasta en la muerte de un parajillo interviene una providencia irresistible”.

Fotos: Alfredo Miguel Romero (cc) / wikipedia (cc)