Daniel Guzmán: “La realidad es el trabajo diario”

Hablamos con el actor y director Daniel Guzmán.

En el Festival de Málaga no se hablaba de otra cosa. Había nacido una estrella. Tenía 93 años y se llamaba Antonia Guzmán. Por la alfombra roja paseaba orgullosa, no de ser el centro de los flashes, sino de haber participado en el alumbramiento de un promisorio director, su nieto, el también actor Daniel Guzmán.

A cambio de nada transpiraba sinceridad, emoción, estilo, desde unos tintes autobiográficos que dotaban de autenticidad el retrato de amistad y de adolescencia quemada. El aplauso de un Teatro Cervantes abarrotado y decenas de tuits alabando la honestidad del primer trabajo del realizador prendieron el halo del fenómeno. Biznaga de Oro a Mejor Película, Biznaga de plata a mejor dirección, Biznaga de plata a mejor actor de reparto para Antonio Bachiller –uno de sus jóvenes protagonistas- y otra biznaga de plata más, el premio especial del jurado de la crítica. Un sueño costoso de asimilar. Guzmán confirma que el verano ha corrido de su parte.

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Daniel Guzmán en el rodaje de su ópera prima

“Es una gran suerte profesional y personal después de tantos años de sacrificio –seis a pleno rendimiento-, pero trato de darle la importancia que tiene. La realidad es el trabajo diario” explica con los pies firmes sobre la tarima de la sala Berlanga. Sentado en una butaca de la primera fila, risueño y relajado, nos cuenta lo afortunado que se siente de que tras su estreno en cines, la película pueda verse desde mediados de mes en plataformas digitales, DVD y BLURAY. ¿Y si el Goya a mejor dirección novel llamase a su puerta el próximo mes de febrero? -su corto Sueños se alzó con el de mejor cortometraje en 2003-. Su gesto sereno no oscila. “A todos nos gusta un reconocimiento y te ilusiona, sobre todo, por compartirlo con tu familia, los académicos y compañeros de profesión, pero se produzca o no, sé que al día siguiente voy a seguir trabajando. Mi premio es continuar contando historias”.

Cada director novel contaría una experiencia. A Paco León el éxito de su ópera prima –Carmina y amén-, le allanó el acceso a un segundo rodaje con otro presupuesto y respaldo de producción. Nuestro interlocutor evita adelantar si segundo proyecto viene ya con un pan debajo del brazo. “No diría tanto como que un buen arranque asegura la financiación del siguiente filme. Yo empiezo otra vez de cero. Lo vivido no es una garantía y además, quiero reinventarme” subraya. Su segundo guión, en el que está volcado, se aleja de la línea de partida. La describe como “una comedia canalla, radical, muy ácida, con enfoque social y mucha verdad”. En el diccionario cinematográfico de Daniel Guzmán, “autenticidad” viene escrito en mayúsculas. “El cine transforma, te da respuestas de tu propia vida y de las demás – enfatiza-. Es una herramienta educacional y social de conocimiento del ser humano absoluta”.

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Fotograma de ‘A cambio de nada’.

No se ve maestro de nada y sí aprendiz de todo, por lo que se sincera: No le gusta ser jurado, aunque le llamasen para la 24 edición del Festival de Madrid – PNR –que se celebrará en octubre- y le convencieran para enfrentarse a las cribas y a la elección de un cortometraje ganador. “No sé cómo he aceptado. Me cuesta muchísimo. Intento apreciar el cortometraje, argumentar y valorar la perspectiva de los compañeros, pero no me siento muy cómodo. Premiar a unos y dejar a otros fuera…” traga saliva. Prefiere no hacer carrera de juez, aunque estime la llamada del certamen impulsado por la Plataforma Nuevos Realizadores (PNR), una cita que conoce hace quince años y que apoya como espectador. “Me gusta mucho ver cine, pero no que mi dirección subjetiva pueda ser injusta. Voy a intentar no repetir mucho como jurado” confiesa.

Cuenta con reflejos para las críticas, como meritorio boxeador. No hace excepciones en la escucha, en la lectura –“es un conjunto lo que te da la visión de tu trabajo”-, aunque hasta el momento le hayan llovido halagos y no caído frutas maltrechas. “Me interesa la génesis de opinión. Las críticas son necesarias para la industria, partiendo de que no estén impregnadas por otro tipo de intereses” afirma. Después de su abuela, Daniel es el mayor crítico de sí mismo. “Intento equilibrar esa crítica porque en algún momento puede ser negativa para mí mismo” concluye el intérprete que ama crear relatos audiovisuales y el director que no vive si la interpretación le da la espalda. Por la mañana en el cine, esta noche en el Teatro Fígaro. Los miércoles no existen a cambio de nada.

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Fotograma de ‘A cambio de nada’.

 

Puedes ver A cambio de nada en A tres Player y en Yomvi.